"Los niños no son el futuro porque algún día vayan a ser mayores, sino porque la humanidad se va a acercar cada vez más al niño". Milan Kundera

viernes, 10 de enero de 2014

Amor, pétalos de rosa y árnica

 
 


 
 
 
Ricardo estaba triste, porque el pájaro que vivía cerca de la playa y a la que todas las mañanas él saludaba desde su ventana, se había roto una ala y no podía volar hacia el nido, su casa.        
Mirando la distancia entre el suelo y la puerta del nido del pájaro, Ricardo, tuvo una luminosa idea.
 

 Tomó al pájaro con mucho delicadeza, y le puso con mucha suavidad, una “pomada”, que hacía su abuela, según ella, “curabatodoasupaso”: hecha con amor, pétalos de rosa y árnica, excelente para huesos de todo tipo.
El pájaro  "cuelliblanco", que así le llamaba él, se dejaba hacer, su instinto sabio, le decía que aquél humano era bueno, era hermoso.
Una vez puesto el remedió, acercó una escalera larga al árbol y con mucho cuidado fue subiendo hasta la entrada del nido, depositando en su interior al pájaro cuelliblanco.

Ricardo pasaba horas  y horas, mirando desde la ventana de su habitación la puerta del nido en el árbol, y nada, pero no sólo horas, sino que pasaron, días, 2, 3, 4, hasta una semana, y nada pasaba.
 


                                                              

 
Hasta que una buena mañana, oyó un pequeño ruído en el exterior, y se acercó corriendo a la ventana.

Oh!, se sorprendió al ver, cómo el pájaro cuelliblanco movía las alas batiéndolas, para que las viera, cómo estaban de fuertes, ligeras y sanas.
Cantó el pájaro una hermosa melodía de agradecimiento y de risa.

 

Felices, Ricardo y el pájaro, volaron cada uno a sus destinos!
 
 
 
 
 
 

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